Surgió la propuesta en Facebook de cambiar la foto del perfil por personajes de nuestra infancia… me gustó la idea, me puse a pensar… con quién me identificaba cuando era niña? Quién representaba mis ideales, quién decía las cosas políticamente incorrectas desde la inocente mirada de un chico? Mafalda!! Una genia.
Pero Manolito es parte de esta historia, sin la cuál mi versión de Mafalda no sería la misma: para mí, Mafalda y Manolito, somos mi abuelo y yo. Mi abuelo: Manuel Presa, fundador de La Salada y del Grupo Presa, operador de la misma, siempre soñó en grande y La Salada fue una de sus visiones, que hoy es una realidad. El inmigrante que vino sin nada e hizo todo a puro pulmón, vocación y creatividad. El que encarna el sueño del que llega a un lugar extraño, extranjero y no duda en arremangarse y darle para adelante, respetando siempre los valores que trajo consigo: humildad, honestidad, respeto al prójimo y sobre todo, respeto por el trabajo. El fue quién me dio mi primer trabajo, con 16 años fui la encargada de la heladería cuando la Feria era el Balneario. Y había que cumplir, no había miramientos para la nieta. Nunca los hubo. El fue quién insistió en que estudiemos, que trabajemos, que vivamos en el extranjero si era posible, que nos superemos y que siempre apuntemos a las estrellas.
Mi Abuelo Manuel hoy tiene 95 años y sigue al pié del cañón, acompañando a la nueva generación, representada por mí, su nieta mayor, transmitiéndonos sus valores y creencias incansablemente.
Y yo siempre me sentí Mafalda, una chica a favor de las causas populares, las cosas bien hechas y la verdad. Alguien que si se atrevía a preguntar y a cuestionar. Alguien que pensaba siempre: porque no?
Por mi forma de ser mas bien genuina y trotamundos, curiosa y aventurera, me fui a vivir a Alemania cuando tenía 23 años. Allí viví 9 años, entre Lübeck y Hamburgo. Tuve éxito tanto en mi carrera profesional como a nivel económico y en lo personal significó un gran desafío como ser humano, aprendí un idioma totalmente nuevo para mí (llegué sin hablar ni una palabra!), me adapté a una sociedad diferente.
Aunque hubo momentos en los que no fue fácil - hoy por hoy aplico experiencias capitalizadas, aprendidas en Alemania, un país del que se pueden tomar muchas cosas.
Pero me pasaba lo que nos pasa a todos los argentinos: amo a mi país y lo extrañé locamente (anécdota: una compañera de trabajo, fanática del tango, me quiso dar una sorpresa y me puso un CD… no me olvido más el nudo en la garganta cuando comenzaron los primeros acordes. Fué tanto lo que me emocioné que se me caían las lágrimas!) Por eso volví. Porque siempre se vuelve a Argentina. Y muchos son los que no se van nunca más. Como Manolo.
Yo apuesto a mi país, apuesto a colaborar desde este lugar en el que me puso la Vida. Apuesto a lograr hacer la diferencia, a ganar y generar pero también cuidar los valores, a poner buen humor, buena onda y buenos sentimientos aunque sea en una zona de lo más difícil y las condiciones dadas sean hoy, también difíciles. Yo siento más como Mafalda, que a pesar de las circunstancias del momento, ella le pone la cara y el pecho y las cuestiona y defiende lo que piensa y siente. Y no se deja callar.
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